LEJOS DE
MANTUA
Pero yo no
puedo reposar contigo esta noche,
ni hay ningún
blando verdor,
ni tú, aun
teniéndolo todo, tienes manzanas, castañas
ni queso alguno que ofrecerme.
Porque yo no
puedo reposar ni siquiera conmigo esta
noche,
sólo tenderme
en un montón de sombra,
en un duro
montón de sombra.
Y yo no puedo
reposar esta noche,
ninguna noche,
y todas son una
y la misma, y siempre el mismo montón,
la misma dureza.
Y aquí estoy
solo y lóbrego en este páramo,
en este
desierto.
Mientras lejos,
muy lejos, sigue ascendiendo el humo
de la ciudad,
ciudad no de
Dios, de los hombres,
la sombría
ciudad de los hombres,
la mía,
maioresque cadunt altis de montibus
umbrae...
Precioso, y qué música...
ResponderEliminar