miércoles, 20 de mayo de 2015

LA SOLEDAD DEL INSTANTE






LA SOLEDAD DEL INSTANTE







No se deja pensar como un vacío,
y es ocioso creer que ocupa el centro,
la gravedad de un cruce de caminos
para así darle un orden más perfecto.
Al agua y no a la roca se aproxima
porque en el agua es lo exterior reflejo:
rotas alas de un tiempo descompuesto
como barcas que van a la deriva,
pequeña reunión de astros sin luz
que giran desnortados a su orilla,
creyendo que entre tanta plenitud
nunca más ha de amanecer el día.

22 comentarios:

  1. A vuelapluma: Magistral y de consecuencias imprevisibles. Como un ensalmo.

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    1. Querido o querida Lisístrata, hay que partirle el cuello al cisne del lenguaje y que siga pareciendo igual de hermoso. Seguro que a tus palabras las conduce la mano de un amigo (o amiga). Muchas gracias por alegrarme la mañana.

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    2. Me condujo hasta aquí un amigo entrañable. Alguien que sabe preservar muy bien su nombre. Una bellísima persona.

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    3. Querida Lisístrata: mi único mérito fué acercarte hasta aquí. El tuyo saber vivir y ayudar a vivir.

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  2. Ese magnífico verso "rotas alas..." es el corazón del poema y también del cisne del que usted habla. Hermoso y terrible. Muchas gracias y enhorabuena. Ahora bien, la soledad del instante la ha hecho cósmica en muy pocos versos. O una u otra... no he sabido leerlas como la misma, me ha pesado demasiado el título al principio -tan redondo él solo- y me he encontrado con otra soledad al final. Son la misma, pero temporalmente, creo que no.
    (Reflexiones ante un poema cambiante)

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  3. Desconocido compadre: Más allá de los tempos, tu agitación acredita que el poema te ha inquietado. Igual que a mí.

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    1. Me ha emocionado mucho, no inquietado. Me emocionan estos y otros versos de este señor, pues soy lector suyo. Pero las barcas y los astros no los veo en la soledad de un instante, sino en la cósmica, más ancha en el tiempo. Me lo he leído en el lavabo, en la cama y en el balcón y sigo pensando lo mismo: el poema no es para el título, o viceversa. Falta una palabra o frase que eleve el instante a la eternidad. Ya sabes, Lisístrata, no hay lectores perfectos.

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    2. Al hombre cabal, sentenciaban los cátaros, todo le está permitido.

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  4. Señor mío, un poema de ese calibre se merece algo más solvente que la admiración: el respeto.

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  5. ¿Respetar un poema? ¿Respeta Miguel Mas al cisne cuando intenta partirle el cuello?
    Lectura subjetiva y crítica objetiva y si puede ser, mezcladitas, son la mayor muestra de respeto. ¡Dios me libre de faltar a nadie!

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    1. Sigo en mis trece29 de mayo de 2015, 11:56

      Siste viator: Para enjuagar definitivamente tus dudas y por si San Agustín tuviera razón en esto (que bien podría ser), tolle et lege una vez más las últimas e inefables palabras de nuestro poeta y esta vez, por favor, hazlo fuera del baño. Si lo tienes a bien.

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  6. Veo que continúas con tu ejercicio de fuerza. Pero yo me quedo con Miguel Mas, con el cuello de su cisne retorcido y con mi objetividad subjetiva. Mientras tanto ato una sábana blanca a un largo palo y me voy a debatir en otro escenario. Saludos, compadre.

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  7. Queridos amigos o amigas, muchas gracias a todos por emplear algo de vuestro tiempo en leer mis cosas y, aun más, por reflexionar sobre ellas, ya que al hacerlo no sólo le dais valor a lo que escribo (lo cual es para mí suficiente), sino que vuestras inteligentes lecturas aclaran y amplían mis referencias y mis lecturas. Como autor me siento siempre indefenso, pues la indefensión está en la naturaleza de lo escrito y la intencionalidad no forma parte (al menos en mí) del hecho concreto de la escritura. Por fortuna o por desgracia –casi siempre por desgracia, y aunque intento hacer lo posible por evitarlo- también soy lector de mí mismo. En general, como lector sólo quiero, en primer término, obras que me seduzcan, incluso que me señalen y provoquen, que exploren lo que por oscuro, me resulta difícil tantear –lo humano universal- y, sin embargo me exprese parcialmente y mantenga conmigo una interesante conversación de tipo emocional. De ahí que como autor hable de quebrar el cuello del cisne para que éste continúe siendo hermoso o lo pretenda ser en mayor grado. Quizá ello sea la causa de que en gran número de mis últimas composiciones haya intentado el uso del verso rimado. El lenguaje es un don, como decía el maestro Claudio Rodríguez, y es tan generoso que pide continuamente ser agotado, humillado y sacrificado para extraer de él las notas más puras. En esto y no en nada más yo diferencio lo que es Literatura de verborrea ocasional y pasatiempo.
    El poema que he copiado aquí forma parte de un conjunto que estoy escribiendo actualmente, más abierto y plural, y desea aventurarse en el terreno de la intuición de las percepciones, significativamente de las percepciones temporales, motivo que siempre me ha acompañado, según creo, en toda mi obra y se integra en lo que me parece uno de mis gestos favoritos: la extrañeza, tanto en su dimensión abstracta (la extrañeza de ser vivos), como circunstancial: la extrañeza de ser en compañía de otros. Quizá a partir de esto quiero entender la idea de "objetividad subjetiva" que citáis, aunque (no por hacer un simple juego de palabras) para mí como autor reclamo la tendencia inversa: la subjetividad objetiva. ¿Significa ello que el poema se agota (subrayo de nuevo el término) en una especie de corte sintagmático, donde el instante es exclusivamente el objeto de la percepción y del que se destaca su carácter único? Por una parte sí, y de ahí se deduce su grandeza y, por supuesto, su soledad: no hay nada tan inmenso como él, de modo que cuanto lo rodea lo contempla admirativamente, como las alas rotas pudieran admirar el vuelo del pájaro, simple y perfecto en el cielo vacío. Pero, a la vez, quiero destacar su insignificancia, ya que solamente un enajenado, es decir un místico (y yo no aspiro a serlo), puede dejar de comprender que no sólo un instante es devorado por otro, sino que lo más probable es que no quede rastro de él, ni siquiera en forma de recuerdo emocionado.
    Gracias de nuevo.

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    1. Es cierta la indefensión que invocas, Miguel, pero tu trabajo se defiende solo.

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    2. Vuelve a abrir tu ventana, poeta. Troppo silenzio.

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  8. Rita y compañía: ¡CAPUT!.

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  9. No analizo poemas, sencillamente dejo que me seduzcan si son capaces de lograrlo. En este caso me seduce esa percepción del instante fugaz. Instantes que se devoran unos a otros, pero que también nos colman. Besos,

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    1. Gracias, Susana. Una vez más me rindo cariñosamente ante la naturalidad y sencillez. Un beso.

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  10. Enhorabuena al autor y felicidades a alguno de sus lectores que, sin saberlo, también escribe.

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  11. Qué esconde la mente de un escritor?. El hecho de escribir, me temo, exige grandes dosis de autismo, reflexión y aislamiento. Y si eso fuera cierto, qué clase de impulso te obliga a escribir?. Es tan potente y provocador como yo creo? Cómo aniquilas la procastinación?. De qué modo te enfrentas después al consabido tormento de la creación?. Pagas muy caro ese impuesto?. Tal vez la única razón para hacer Literatura sea no poder remediarlo. O quizá no. Mi curiosidad sobre todo esto me coloca en una privilegiada actitud adquisitiva. Y mi admiración por los buenos escritores me fascina.

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    1. La poesía de Miguel Mas es una interrogación constante. Hay una percepción sensorial muy intuitiva pero firme al principio, que el poema se va encargando de desestructurar (como si se rompiera una copa de fino cristal). Lo raro es que queda un poso de curiosidad lectora sobre qué le ha pasado al poeta, cómo sobrevive a la desintegración. Espero respuesta a las muy acertadas e inquietantes preguntas de Lisístrata, que merecerán toda mi atención.

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    2. Queridos amigos y paseantes, una vez más gracias por vuestros comentarios. No imaginaba yo que doce versos míos pudieran suscitar tantas y tan agudas opiniones. Como no sé si he dicho, la simple circunstancia de que os detengáis un momento a leerlos, ya es un premio; más aún si, según parece, creéis que el esfuerzo de escribirlos valió la pena.
      Me admira la claridad con que acompañáis vuestras lecturas y sacáis a la luz la respiración del verso. La imagen de "una copa de fino cristal" me resulta muy agradable y apropiada para el asunto, pues es cierto, anónimo amigo, que en una copa veo yo el reflejo especular de lo que la rodea al tiempo que no pierde su naturaleza transparente, es decir, su fantasmagórica realidad.
      Lisístrata me pregunta por ideas de gran interés y me hace pensar si detrás de su curiosidad se esconderá un escritor que ya conoce, hasta donde sea posible, las respuestas, pues se refiere a experiencias y dudas que, dada su singularidad, sólo a un escritor se le pueden ocurrir.
      A la sensación de aislamiento y el talante reflexivo (contemplativo en mi caso) yo lo prefiero llamar "extrañeza" y creo que ello no significa sentirse fuera, sino hacer lo posible por parecer antipático. La antipatía es un buen motivo para escribir, pero creo que no el único. A lo largo de los años, el escritor (¡qué enfático esto de escritor! ¡como si fuera un oficio!) tiene diversos motivos para seguir su obra. En mi caso, se me ocurren tres grandes motivos: inicialmente curiosidad y fascinación al descubrir cuánto es posible expresar con un número tan limitado de recursos, más tarde un cierto deseo de conocimiento (no lógico, claro) de la realidad, y de la propia realidad, y finalmente una especie de sentimiento, presente ya en la naturaleza de lo escrito pero especialmente cruel y justiciero a medida que pasa el tiempo, de que sólo vale la pena decir algo que sea definitivo y perfecto, sin concesiones.
      Como he practicado y sigo practicando tanto la prosa como el verso, te diré, Lisístrata, que la primera me da una libertad que nunca he alcanzado con el verso. Prosa y verso son categorías que me parecen muy distintas, tanto que he dudado muchas veces si tienen alguna relación, al margen de que su materia prima sea la misma: las palabras. La voluntad del lenguaje poético es tan restrictiva que uno se siente conducido y dominado por él, que sólo ocasionalmente te permite algún respiro y una cierta satisfacción. Lo grave es que su insuficiencia misma se convierte en el acicate principal para seguir avanzando. El resto de preguntas que me haces me parecen tan interesantes y complejas que sólo las puedo explicar más ampliamente. Entre mis proyectos está el de escribir un ensayo-relato sobre el proceso –físico y mental- de la escritura, algo concreto, minucioso y de un realismo extraviado, propio más de individuos maniáticos que de artistas del espectáculo.

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