martes, 24 de noviembre de 2020

 

 

 

A VUELTAS CON HITCHOCK

 

 

Qué contradictorios sentimientos nos provoca la necesidad de salvaguardar nuestro yo por encima de todo. Una tarde, en cualquier lugar con escasa luz y un algo de música, unas bebidas y una conversación que poco a poco se hace más cálida, más íntima. La persona que tenemos al lado nos revela lenta, ordenadamente, aspectos desconocidos de sí misma que en otra ocasión, entre otros, nos dice, hubiera sido incapaz de manifestar. Nosotros, en un momento de fraterna generosidad, comprendemos todo aquello, asentimos, y para hacerle ver nuestra bondad abrimos ciertos secretos también inconfesables. Perfecta comunión de dos almas, ejercicio espiritual; sí, ha sido muy agradable el tiempo pasado juntos, repetiremos la experiencia otra tarde, dejaremos que las palabras nos lleven hacia el otro.

Pero cuando nos hemos despedido y llegado a casa, empezamos a concebir un plan perfecto, andaremos tal y tal calle, subiremos la escalera, al llamar a la puerta nos sonreirá, con plena confianza, y al volverse de espaldas...un golpe mortal. Diremos -como en las malas películas policíacas:

 

-Lo siento. Pero sabía demasiado.

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario