Jorge Luis Borges. El hacedor, 1960
AJEDREZ
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
Borges, Unamuno: grandes poetas ahogados por la vastedad de su prosa. ¿cómo sacarlos a flote? Actos minúsculos como este, del señor Mas, lo consiguen. Que un solo lector justifica toda la literatura. Gracias, señor Mago.
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